Una acuarela realizada desde lo alto de Sotres, al atardecer, en lo que más me fascinaba era el skyline de la montaña y cómo se recortaba sobre el fondo, y esas grandes caidas de la piedra, que te hace conectar con lo pequeño que es el ser humano. Aún había “neverus”, como les llaman allí, restos de nieve en las zonas altas, a pesar de que ya era abril. Una acuarela en la que el color y la mancha son los protagonistas.
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